sábado, 7 de junio de 2014

¿Castigo o rehabilitación?

La cárcel es un lugar donde puede entrar cualquier ciudadano que en un momento de su vida cometa un delito o una grave infracción contra las normas y leyes que rigen una sociedad. En la antigüedad y desde hace unos años la cárcel consistía en trabajos forzados, el aislamiento absoluto y, en ocasiones, la muerte.
Hoy en día, en varios países la cárcel se convierte en un medio de reinserción social  y rehabilitación.España se ha convertido en uno de estos países, ha pasado de un método represor a un método rehabilitador. Pero a la práctica es inexistente o ineficaz, basta ver la cantidad de reincidencias de los ciudadanos que salen en libertad de la cárcel, aunque en ello, deberíamos observar varios factores ajenos al sistema penitenciario ( situación social y personal).
 El articulo 25.2 de la Constitución Española , dice textualmente: “Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este capitulo, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la Ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la seguridad social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad”.Desde luego, esta es la teoría pero no la práctica. Es importante saber que esto no pasa en todos los países cuyo sistema penitenciario contribuye a la rehabilitación del delincuente.
El sistema que se aplica en la práctica en España, tiene como fin castigar a la persona que comete el delito, aislándolo de la sociedad y su entorno. Actualmente, se imposibilita la determinación de la personalidad, haciendo poco probable la toma de decisión y negando muchas responsabilidades, viviendo una vida por tanto, reducida a una rutina constante que le lleva a malgastar una pérdida de tiempo que acaba por despersonalizar y desestabilizar psicológicamente, sociológicamente, etc
El preso pierde por completo cualquier intimidad, y, el sentido de la individualidad, y el hecho de no tener nada afín con el compañero de celda, lleva a los centros penitenciarios a tener problemas de convivencia y en ocasiones, psíquicos y facultativos, como es la posibilidad de contraer enfermedades contagiosas como: hepatitis, tuberculosis, VIH, etc. Así como la pérdida de ciertos valores morales, de conducta, etc. Tampoco podemos olvidar los problemas psíquicos que pueden repercutir y afectar a los internos, como son las paranoias, cambios de carácter y la asimilación de roles negativos que pueden terminar en ocasiones en suicidios, o intentos de los mismos: autolesiones, etc.
Un preso que haya sido puesto en libertad tiene  muchas posibilidades de acabar siendo un marginado social,  sin muchas posibilidades de tener un buen trabajo o un buen nivel de vida. Está claro que cada caso es un mundo, y que algunos son muy difíciles de tratar, pero yo apuesto que ha de existir una manera mejor de hacer las cosas.

¿Merece la pena tener a una persona recluida muchos años, cuando sus delitos no han sido muy graves y el sistema no proporciona una rehabilitación y reinserción social?
Esta es una pregunta que deberían hacerse muchas personas implicadas en aplicar, administrar y hacer cumplir las Leyes  y la sociedad en general.Y,sobretodo nos deberíamos de preguntar por qué los actuales programas no funcionan.

1 comentario:

  1. Bien Ana. Interesante tema. Como es natural hay más preguntas que respuestas.
    Saludos

    ResponderEliminar